Aquella noche en que no lograste conciliar el sueño por cuanto era tarde y él no llegaba a casa, esa tarde en que la angustia se apoderó de ti por cuanto no sabías si salir a buscarlo, llamarlo o esperar a que te proporcione alguna señal de vida o aquella mañana en que furiosa aventaste objetos de tu habitación contra la pared porque la desesperación y la incertidumbre te hicieron explotar. ¿Estos escenarios son conocidos para ti?
Quisiera tratar a través de este artículo, un tema desapercibido, que quizás no tenga trascendencia en nuestra sociedad o en su defecto no hayas escuchado hablar, LA CODEPENDENCIA.
En un sin número de hogares de nuestra nación el alcoholismo y la drogadicción han destruido de raíz las esperanzas de familias enteras, subyugando a padres, madres, hijos y más a un sufrimiento indescriptible. Cualquier tipo de adicción genera un progresivo deterioro en el que lo padece, las secuelas de su enfermedad se evidencian en todas las esferas de su vida personal, familiar, social y laboral. En libros de literatura relacionados con los doce pasos, el primero de ellos menciona el que “sus vidas se volvieron ingobernables”, detallo a continuación como lo describe un paciente: “un día sales a la calle y no te queda nada… nada!!!…. es como un callejón sin salida que por más promesas que haces, no puedes dejar de consumir, miras a tu esposa, a tus hijos llorar incluso a tu madre arrodillarse y rogarte que dejes de drogarte o alcoholizarte, pero nada te importa… es como si te hubieras muerto por dentro, dejas de sentir y un día simplemente te dejas morir… es ahí, cuando en medio de la agonía a veces pides ayuda… antes no lo haces! porque cuando estás en el consumo vives anestesiado por el alcohol o las sustancias”.
Ahora echemos un vistazo a la otra parte del panorama, a la familia del dependiente, al CODEPENDIENTE. Como lo mencioné en líneas anteriores, las adicciones, consumen lentamente la salud mental de cada uno de los miembros de la familia. Imagínate por un momento, a una persona que amas, siendo arrastrado por una corriente marina, en tu desesperación intentas rescatarlo, pero mientras más esfuerzos realizas por ayudarlo, sientes que esa persona rechaza todos tus intentos de ayuda, la ansiedad por tanto se incrementa en ti y la desesperación te lleva a ser arrastrada por otra corriente, ahora estás nadando por intentar salvarte a ti y a tu ser querido. La codependencia es una condición en la cual incesantemente te encuentras centrado en esa persona, te anulas, niegas tus emociones, te desdibujas y enfermas emocionalmente.
En consulta es muy común escuchar frases como: “toma todos los fines de semana, pero es un buen padre”, “ayer llegó borracho, pero trajo para hacer las compras de la casa”, “se desaparece varias noches, pero tengo que reconocer que cuando vuelve es muy cariñoso”, “a veces me ha golpeado de borracho, pero al siguiente día me pide perdón… pero es así solo cuando está en copas” entre otras más. La codependencia se vuelve en un estilo de vida, las personas que lo viven, inicialmente creen que sus comportamientos son “normales” y están condicionados o reforzados por la aprobación del adicto, pasan los meses y los años, el malestar emocional se incrementa paulatinamente, no obstante la mujer codependiente en la mayoría de casos tiende a ocultar sus sensaciones, pensamientos y sentimientos, su creencia focal es “todo esto lo hago por no perderlo, para ver si así deja de tomar, para ayudarlo”. Asociados al consumo de sustancias están los maltratos, humillaciones, violencia física y psicológica, se vuelven el pan de cada día, sin embargo, por paradójico que resulte, la codependiente ha asumido un rol pasivo en la relación, a pesar de estar harta de lo que está viviendo ha perdido el poder sobre su vida, que “también se ha vuelto ingobernable” y ahora no puede desligarse, alejarse o distanciarse de su pareja.
Cabe destacar que la codependencia la pueden vivir, hombres y mujeres, pero en el presente artículo decidí escribir acerca de esta temática, desde una visión enfocada en el sufrimiento de las esposas o parejas que viven este fenómeno en silencio.
¿Es posible salir de esta marisma? La respuesta es ¡SI! Desde luego, al igual que el adicto, inicialmente es importante reconocer tu codependencia y decidir dar el paso, buscar ayuda y perseverar en el proceso de salida, no es fácil pero tampoco es imposible. Comienza a mirarte a ti mismo y piensa que ese ser humano que dejaste de atender, te pide una oportunidad, para volver a vivir.
Por: Ps. Nelson Jarrín