Las relaciones de pareja realmente son consideradas la forma de relacionarse más complicada entre los seres humanos y bueno no podría ser para menos, ya que provenimos de familias, costumbres, creencias, enseñanzas y culturas diferentes; que por alguna razón nos encontramos en una etapa de nuestras vidas para probablemente acompañarnos el resto de las mismas y ser parte de esos días soleados, grises y lluviosos. Sabemos todos que ese camino suele tener muchos parajes hermosos, llenos de colores, de vida, de alegrías; pero también muchos empedrados, con obstáculos e incluso con mucho dolor, que nos puede estar haciendo cambiar el rumbo de estos caminos.
Cuando empiezan las relaciones de pareja todo es mágico, lleno de luz; los defectos y errores de la persona que amamos se convierten en virtudes o simplemente los pasamos por alto, es más a veces hasta nos reímos y brindamos la seguridad de que todo va a pasar y lo vamos a solucionar ya que “nos amamos”. Pero va pasando los días, las semanas, los meses y los años, acumulamos vivencias buenas y malas. Las buenas nos impulsan a seguir y muchas veces no aferramos a ellas, aunque sean cada vez menos y las malas van generando tristeza, dolor, frustración, ira e incluso sentimientos de VENGANZA.
Así es, desarrollamos una actitud vengativa en la relación de pareja, la venganza es una reacción casi automática en el corazón de la mayoría de los seres humanos y daña el corazón de quien la ejecuta y de quien la recibe. ¡Me la hiciste, me la pagas!
Cuando hablamos de venganza en la relación, entendemos que ésta es producto de experiencias no resueltas, de capítulos no cerrados y de emociones insuficientemente expresadas. Por ello la ‘necesidad de venganza’ es un indicador de algo más profundo. No se trata de huir ni de dejarse llevar por el deseo vengador, sino de entender por qué surge y que es lo que realmente buscamos.
La venganza por lo general suele movilizar un sentimiento egoísta, individualista que suele servir para proporcionar una satisfacción pasajera al que la ejecuta. Uno de los principales problemas en estos casos es la confusión entre justicia y venganza. Cuando interpretamos que se nos ha tratado injustamente nace en nosotros el impulso de luchar por nuestra dignidad, por lo que es un derecho, la justicia sana psicológicamente hablando. Por ello, en situaciones de conflictos de pareja, es fácil confundir justicia con venganza y esperar el mismo beneficio.
Pero la experiencia en terapia de pareja nos demuestra que la venganza daña y deteriora la relación, cuando hay deseos de venganza todavía queda en nosotros odio, rencor y empieza a incrementar la desconfianza. De esta manera nuestros actos están enfocados al dolor, a la persona que nos lastimó y al pasado, creando una vinculación afectiva dañina. Estos sentimientos los vemos principalmente cuando atravesamos situaciones de infidelidad, desigualdad en la superación personal de los miembros de la pareja, falta de definición en las prioridades individuales y familiares, sobreinvolucramiento con las familias de origen (siguen dependiendo emocionalmente de sus padres) o desvinculación absoluta de las mismas.
Aunque la venganza sea considerada como la meta principal para hacer a la víctima consciente de una situación injusta a través de una acción que no pueda ignorar, las consecuencias de la misma son imprevisibles. La venganza hacia la pareja suele volverse contra uno mismo sobre todo si aún se mantienen juntos. Cuando uno ha sido dañado por su compañero o compañera sentimental, lo que busca con la venganza va más allá de que el dolor que sentimos sea comprendido. Lo que realmente deseamos es que el daño sea reparado, sin darnos cuenta que algunos eventos no tiene forma de ser reparados ya que la única manera de enmendar todo lo que ha generado ese evento es que nunca hubiese ocurrido.
Por eso la venganza es tan perjudicial como estrategia en la relación amorosa. Suele ser el comienzo de una espiral de dolor y rencor en incremento. Las consecuencias de la venganza pueden ir más allá de la comprensión del dolor, llega en muchos casos al punto de que se rompa la relación.
Por lo tanto si decides perdonar a tu pareja de algún daño causado a tu persona, no utilices la venganza para sentirte mejor y darle una lección, ya que no solo lastimará a tu pareja, sino que también te arrastrará a ti y poco a poco se irá destruyendo aquella relación que en un momento fue el paraíso que ambos construyeron.
Por: Dra Belizabeth Montilla